
Conocí a la hermana Amanda Ambrós Dinarés con motivo de la clausura del año centenario de la muerte de nuestra amada Ana María Janer que se celebró en Villa Allende en enero de 1986. La superiora general madre Maria Colominas Bonvehí y su gobierno del cual formaba parte Amanda como consejera y administradora, tuvo la lindísima iniciativa de hacer partícipe a la provincia de Latinoamérica con esta convocatoria en la que se inauguró la Capilla de Villa Allende. Ella venía con el grupo de hermanas representantes del gobierno general y de las entonces Provincias de Castilla y Cataluña.
Amaba su tierra, Sabadell, Barcelona, en la que nació el 21 de noviembre de 1921. Amaba su familia y compartía sus recuerdos en especial los referidos a su único hermano Joan, que vivía con su esposa en Buenos Aires, Argentina. Cuando ellos decidieron regresar a España dada su edad avanzada, Amanda fue a buscarlos y los acompañó con mucha alegría. Fueron acogidos en Matadepera donde Amanda estaba destinada y pudo cuidarlos hasta la partida a la casa del Padre.
En Sabadell había conocido el Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel y movida por su amor a Jesús, a la Virgen María y el testimonio de las hermanas de la comunidad, ingresó como Postulante el 24 de septiembre de 1943 en El Masnou. En La Seu d’Urgell hizo la profesión temporal el 24 de abril de 1945 y la profesión perpetua en Lleida el 24 de abril de 1951. Realizó su servicio pastoral en la educación en nuestros colegios de Lleida, Avinyó, Creu Alta, Sabadell y El Masnou. Y en la atención de niños y niñas débiles con necesidad de reposo y alimentación de tres a seis años en Tervueren (Bélgica), en el Asilo Municipal de ancianos -el Parque-, Barcelona, que recogía a los más menesterosos de la ciudad y en nuestra Residencia de ancianos de Matadepera.
Conoció profundamente el carisma y la madre Janer le tocó el corazón. Tenía el don de saber traducir de forma poética su experiencia carismática; encontró su forma personal y comunitaria de decir a Ana María Janer. Nos dejó plasmada su experiencia en diversas canciones:
La Sardana “Quan la Segarra treu florida”: bella descripción de la Segarra, cuna de la Madre Janer y su identificación con su tierra natal. Su vida, su amor a Jesucristo a quien ve en la persona de los pobres, los enfermos, los más pequeños, niños y ancianos desamparados.
“La fe com una flama”: la FE como una llama llevas encendida; colmados de esperanza van tus pasos; al pobre sientes cerca como hermano, con rostro de Jesús de Nazaret; aquella vida plena Anna Maria que en la vella Cervera començà, aquella hem acceptat, és nostra vida, COM TU EM DÉSTIMAR!
“Una anella en la cadena”: Somos parte de una cadena que inició la madre Janer. Eslabones que se unen fuertemente!
“Per quin camí us enfileu”: En el camino al exilio querríamos acompañar a las cuatro valerosas hermanas, con ustedes hacer camino, Ana María amada, al menos el trozo primero, así como hizo la Guardia
“El riu salmeja ora la Vall”: cuenta la experiencia que la Madre Janer y las 6 hermanas -heroínas de la caridad - vivieron en los campos de sangre de la Vall d’Ora.
Antes de su último destino a Matadepera estuvo en Rubí unos años en los que pudimos recibir su testimonio de sensatez evangélica, delicadeza en la caridad y de saber distinguir entre el juicio crítico necesario para un buen discernimiento y la crítica que daña la fraternidad. Vivía con mucha simplicidad cada día preocupándose con interés de la vida de las hermanas que la rodeaban, especialmente de sus familias.
Supo asumir su deterioro con mucha grandeza de espíritu sin mortificar a nadie a pesar de ir perdiendo sus facultades. Fue un verdadero testimonio para quienes la cuidaron en su ancianidad.
Hacia ella mi personal gratitud por tan motivador ejemplo que me ayudó en diversos momentos de la vida a renovar el compromiso de vivir como Jesucristo siguiendo el modelo de la Madre Janer.
-Hna. Irma Florencia Beretta-