Mª de Luján García
Villalón de Campos (Valladolid)
24 de febrero de 2019
«Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna.» (Sal 89)
Cuando recibimos la defunción de una hermana con la que has convivido, surgen de golpe un montón de recuerdos que parecía olvidados. Mª de Lujan: 90 años, 70 de profesión religiosa.
Conviví con ella 11 años en Utrera. Entonces ella estaba llena de energía. Siempre digo que la vida hay que verla en trayectoria, que sólo Dios ve nuestro existir como un ayer que pasó, en trayectoria; nosotros la vemos a retazos. Esos 11 años de convivencia fueron fáciles. Recuerdo que nada más sacarme el carnet de conducir le pedí que me acompañara a Sevilla para demostrarme que era capaz de ir sin el profesor. Me acompañó sin rechistar; no sé si por prudencia o por el miedo que llevaba en el cuerpo… Mujer alegre, trabajadora, constante, exigente, religiosa, rezadora, amante del rezo del rosario, piadosa, comunicativa, caminante… En comunidad, reservada en algunos aspectos, pero muy animosa. Todo lo celebraba: era capaz de disfrazarse con cualquier cosa y hacer pasar un rato agradable a la comunidad. Animaba la liturgia con los cantos.
Muy amante de Ana María Janer. Comunicaba su vida con estampas, medallas y el folleto “Perfiles” de la Congregación que explicaba la vida de Ana María dando la posibilidad de pedir gracias a Dios por su intercesión. ¡A cuánta gente no le ha pedido que se encomendara a Ana María para curarse, encontrar trabajo, arreglar conflictos…! Siempre tenía algo que comunicar, alguien por quien pedir en la oración. Con ella nunca se estaba sola, siempre podía estar hablándote de todo lo que le impactaba o acontecía.
Hacia pastoral en todo. Animaba las Eucaristías de la parroquia acompañada siempre de alumnas. Rezaba el rosario con la gente que tenía necesidades. Acompañaba a las familias cuando fallecía alguna persona conocida. Pero su gran apostolado era difundir la Vida de Ana María Janer
En Utrera se la va a recordar siempre por varias facetas:
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Por ser una gran difusora de la vida de la Madre Janer y su causa de beatificación.
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Por sus clases de música y canto: piano, acordeón y flauta.
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Por ser una caminante nata. Recorría Utrera de punta a punta y siempre llevaba algún cometido. Y en esas andanzas iba haciendo amigos que hoy la recuerdan con cariño
Es admirable que, después de más de 20 años que ya no está en Utrera, la gente la sigue recordando con mucho cariño. Hablan de ella como una mujer excelente, cercana, cariñosa, disciplinada, piadosa, religiosa. Las exalumnas hablan de sus clases de música siempre rectas, calladas, educadas; todas aprendían a tocar la flauta. ¡Cuántos festivales de flauta realizó y siempre con todo el aula! No dejaba a ninguna niña fuera. Y las de piano… lo recuerdan como su profesora de piano durante ocho años. Hoy piden que Dios la reserve un buen sitio en el cielo con una buena melodía. (Por cierto, ahora me entero yo que daba clases particulares es sus casas). Tocaba el acordeón y con él hacía ambiente por donde pasaba. No sé qué habrá sido de ese instrumento, pero donde esté será un gran recuerdo, como lo es en el colegio de Utrera el piano –reformado- que ella tantas veces tocó.
La noticia de su muerte en Utrera se difundió como una “gran noticia” según las estadísticas que miden esos niveles. A las religiosas nos transmitieron sus condolencias muchísima gente. Lo más sorprendente fue en las Redes Sociales de Facebook y Twitter donde expresaron sentimientos profundos y recuerdos intensos que se pueden leer en los más de 142 escritos. A todas esas manifestaciones respondemos con una Eucaristía para que en el gozo de su encuentro amoroso con el Padre le haya dicho: “Entra porque tu lámpara siempre ardió.”
-Cdad. de Utrera (Sevilla)-