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Natividad García Tobar

Peñagrande (Madrid)
6 de junio de 2018
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-RESEÑA DE NUESTRA HERMANA NATIVIDAD GARCÍA-

 

Querida Nati, nuestra "abuelita":

El día de Navidad de 2016 celebrábamos jubilosas tus 100 años de edad. Ahora nos toca despedirte. Y nos cuesta.

Dábamos gracias a Dios por tu larguísima vida llena de salud, pues no has guardado cama, salvo cuando te operaron de la cadera hace unos años. Siempre activa.

De jovencita, en Latinoamérica, enseñando a los pequeños, colaborando en las tareas comunitarias, escuchando a las familias que te contaban sus penas...

Viniste a España para cumplir los 80 años... con ilusión de estar más cerca de tu hermano Faustino, aunque apenas pudisteis coincidir. Él en Burgos, ya enfermo; tú... viejita... aquí. Y lo aceptabas resignada.

Han sido casi 22 años con nosotras, Nati. Bajando a la capilla para la eucaristía casi a diario hasta hace poquito. Preparando a lo largo de todo el año un regalo de Navidad para cada una de las hermanas. ¡Todos los años! ¡Durante 21 años!

Te encantaba salir y, mientras las piernas te lo permitieron, anduviste por "Oria" o "Lemos" o "Machado"... (así rebautizabas las calles del barrio...)

Conversabas animadamente con los vecinos y la gente de la calle. Eras afable y cariñosa. Muy rezadora. Muy querida por todos, nuestra abuelita Nati. Te echaremos muchísimo de menos.

Pero no podías vivir siempre. Y, después de tu larga vida, entregada a Dios y a la Iglesia, en nuestra familia religiosa, al fin has llegado a la meta.

Esperanza Á. ha velado tus últimas horas. ¡Bendita ella! ¡Cuánta gratitud, Nati! Y bendita tú que, a su lado, expiraste.

Jesús, tomándote en sus brazos te ha llevado hacia el Jardín Eterno, donde no faltan flores, que tanto te han gustado. Irene, eligiendo las más bonitas de nuestro jardín, te ha preparado uno precioso. Y con primor y emoción, lo ha colocado a tus pies.

Nuestra querida Nati: eres feliz completamente.

Ahora pasearás gozosa por los arriates celestes aspirando el aroma de las plantas y las flores. Contemplarás la belleza de sus formas y colores, confeccionarás ramos maravillosos para tu Amado Dios, para María, para... ¡siempre para ofrecer a los demás!

Tenemos pena, Nati, por tu partida. Pero debemos elevar la mirada y saber encontrarte más allá de la muerte. Allá donde la vida nunca acaba. Allá donde el dolor desaparece.

Dejas aquí tu cuerpo envejecido. Y notas cómo se te aligera el alma. Es tu espíritu quien comienza a vivir. Y a respirar. Y a alzar el vuelo hacia la eternidad.

¡Bendita tú, nuestra pequeña Nati, que has llegado a la Luz!

-Hna. Carmen Capilla Roncero-

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