Maria Coll Jové
Cervera (Lleida)
7 de febrero de 2019
Nuestra hermana Maria Coll Jové, que nos ha dejado, nació en Ivars d’Urgell el día 9 de marzo de 1928. Era la 4ª de 5 hermanos: 3 chicos y 2 chicas (las pequeñas). Vivió una infancia sana en el seno de una familia cristiana y numerosa.
Ella misma nos comentaba que, a medida que se fue haciendo mayor, sus padres querían que se encargara de la tienda que tenía su padre, una mercería, pero a ella no le hacía gracia; quería seguir otro camino.
Tenía buena relación con las Hermanas de la Sagrada Familia de Lleida, donde había estado interna, y quería seguir este camino de la vida religiosa, respondiendo a la llamada que sintió en su interior desde pequeña. Llegado el momento y con generosidad y alegría, formó parte de nuestra familia religiosa. De esto hace ahora 69 años.
Tenía una gran inclinación por la música. Los superiores lo acogieron y pudo hacer los estudios de música y piano en Sevilla, donde estuvo destinada 15 años. De ello guardaba un gran recuerdo; en sus conversaciones salía con gran frecuencia aquella época. Más tarde fue destinada a Madrid, a la comunidad de Joaquín María López, solamente 2 años. Desde allí fue a La Pobla de Segur (Lleida) donde estuvo durante 18 años. Entre otras ocupaciones se dedicó a dar clases de piano; también se encargada del dormitorio de las internas, lo hacía con mucha dedicación. Hay varias alumnas que guardan grandes recuerdos de aquella época, incluso algunas venían a verla en su última etapa, mostrándole una vez más su agradecimiento. Después fue destinada a La Seu d’Urgell (Lleida) donde tuvo el cargo de ministra, pero no había semana que no estuviera presente para animar las Eucaristías dominicales en la Catedral o en Santa Magdalena. Los sacerdotes aún la recuerdan. Y también, seguramente, algunos matrimonios porque tocó el día de su boda… Estuvo allí 10 años.
La última etapa de su vida ha vivido en Cervera (Lleida). Llegó el día 6 de septiembre de 1997. Los primeros años, y mientras la salud se lo permitía, hacía de ministra supervisando las compras y la cocina. Desde 2010 aproximadamente su salud fue empeorando, haciéndose presentes las lacras propias de sus limitaciones fisiológicas: el oído, la vista y la artrosis que, poco a poco, se fueron haciendo más notables. Ella misma decía: “no veo, no escucho… me sabe mal no poderos ayudar, pero mirad si puedo hacer alguna cosa…” Los días teníamos grupos a comer en casa nos decía: “yo secaré los cubiertos”. Siempre tenía ganas de ayudar. Mientras pudo, se quiso hacer la cama y daba devoción verla besar el Santo Cristo antes de colocarlo sobre la cama. Lo hacía con un gesto muy emotivo de agradecimiento. Pasaba muchas horas sentada en la habitación o en la sala. Para hacerle más cortas estas horas le facilitábamos algunas actividades manuales: doblarse la ropa, escuchar música con los auriculares… algo que agradecía. Hacía como 2 meses que ya no podía caminar con el caminador, pero seguía ayudándonos en las transferencias, ir a la sala, a la habitación, al comedor, etc. Todo esto hasta la vigilia de su muerte.
El día 7 de febrero de 2019, a las 7 de la mañana, quería levantarse como cada día para ir a misa y decía: “no puedo, no puedo” y volvía a intentarlo. Al volverse a tumbar en la cama, el Señor la llamó para irse con Él para siempre.
Ha acabado su dolor y su debilidad, ahora goza con su amado Señor para siempre. Su funeral se celebró el viernes 8 de febrero en la Iglesia de Sant Antoni de Cervera. Nos recuerda el día que el Señor murió por nosotros, juntos, en la iglesia, donde se venera el Santo Cristo más amado de Cervera. Concelebraron 3 sacerdotes muy queridos y conocidos de la comunidad: el padre Jaume Vilardell, Eduard Riera y Gaspar Comella. Estuvo acompañada por casi toda su familia: sobrinos y resobrinos, religiosas de Cervera y de Rubí, sin faltar nuestra hermana Victoria Bertrán, Consejera General y responsable de la Región de Cervera. Los feligreses de Cervera también estuvieron presentes.
Damos gracias a Dios por haberla conocido y por haberla podido acompañar en muchos momentos de su vida. Ella ha sido un testimonio de amor, de generosidad, de paciencia, de agradecimiento y de entrega, según el carisma de la Beata Ana María Janer. Así lo veíamos desde nuestra comunidad.
-Hna. Montserrat Font-