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Maria Colominas

Matadepera (Barcelona)
19 de abril de 2020
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"AL CIELO SEA Y QUE INTERCEDA POR TODOS"

La quería mucho, y fue una mujer amada por toda la Congregación a la que sirvió como Superiora general. Era humilde, trabajadora y bondadosa.

Mi sentido pésame para todas ustedes.

¡Unidos en la esperanza que nos da la Pascua de Cristo Resucitado! ¡Nos reencontraremos para hacer fiesta eternamente en la presencia de Dios!

-Joan Enric Vives, Arzobispo de Urgell-

"TÚ ME HAS ACOMPAÑADO EN MOMENTOS CLAVES DE MI VIDA"

María, hubiera querido estar a tu lado para darte el último adiós.

Tú me has acompañado en momentos claves de mi vida, siempre te he tenido a mi lado. Y eso María, muchas hermanas que no han podido asistir, también te lo dirían.

Con humildad me guiabas y no podías dejar de alegrarte de nuestros avances. Tú me llevabas hacia Dios.

Tus palabras sencillas y profundas, han manifestado siempre una actitud de fe confiada, desprendida y libre que nace de una cercanía a Dios, trabajada por supuesto, durante la vida, en lo cotidiano.

Nos transmitías vitalidad, alegría y ganas de servir a los demás. Sabías sacar lo mejor de cada una.

Tus años de generalato, fueron un entregarte con toda tu persona, no medías el tiempo de escucha y esfuerzos, buscabas acoger a todas las religiosas.

Gracias María porque con tu bondad nos encaminaste a ser testigos de felicidad y que nuestro referente fuera Jesús.

Gracias Señor, por ponerla en nuestro camino.

-Hna. Mercè Guitart-

"SABÍAMOS QUE ESTÁBAMOS EN SU CORAZÓN Y EN LA ORACIÓN DE CADA DÍA."

Definir desde mi interior lo que fue nuestra Madre María Colominas, lo hago muy breve. Su humildad y sencillez no hubiera querido que se hiciera de otra manera.

Toda ella era de un GRAN CORAZÓN. Una verdadera madre, que se preocupó por todas. Atenta siempre a las necesidades de las familias de sus religiosas. Y en lo que podía lo remediaba.  Amaba a todas sin excluir a nadie. Ni por su status familiar, ni por sus estudios, ni por de donde procedía.  Siempre escuchaba, reía y animaba. Cuando hablabas con ella sabías que podías confiar.

Su gran preocupación era que sus Religiosas estuvieran bien y fueran felices.

Animó nuestra respuesta y entrega para ir a Guinea Ecuatorial, aunque sabíamos que sufría por lo que nos pudiera pasar. Lo confirmamos en su primera visita que nos hizo. Marchó feliz porque nos vio felices y le encantó la misión que realizábamos.

Sabíamos que estábamos en su corazón y en la oración de cada día. Siempre preguntaba por nuestro trabajo y se alegraba de cuanto hacíamos.

Veo en ella muchos rasgos que la identifican con nuestra Madre Fundadora: humilde, sencilla, mujer de oración y de escucha. 

Pasó al anonimato cuando dejó de ser Superiora General, pero siempre estuvo dispuesta a escuchar a quien se acercara.

PASÓ HACIENDO EL BIEN Y SUFRIENDO DESDE EL SILENCIO.

-Hna. Esperanza Álvarez-

"ME DEJÓ UN TESORO: SU AMOR A LA EUCARISTÍA"

¡Ha muerto Madre María Colominas!  Esperábamos la noticia, pero siempre es nuevo saber que una hermana tan querida está ya con Dios para gozar eternamente con Él.

Conocí a la Madre cuando en mi búsqueda para ser fiel al camino que Dios me quería llevar, me hablaron de un grupo de chicas, “apostólicas”, que se encontraban en Sabadell los fines de semana con unas hermanas, allí fui y allí conocí a Madre María, me impactó su alegría y capacidad de acogida. Ya en el primer momento me hizo sentir su amor a la Iglesia, a la Sagrada Familia, su entrega a la Congregación y su devoción a la Beata Ana María: “modelo de religiosa apostólica” (palabras de Madre María).

Fue una gran maestra, amaba a sus alumnos y les daba todo el cariño que brotaba de su ser. Nuestra generación tuvo la suerte de tenerla como formadora en el juniorado; su sencillez y su comprensión a todas mis limitaciones hicieron que me fuera muy cercana, un gran apoyo para mi vida espiritual.

Madre María, me dejó un tesoro… sí, su amor a la Eucaristía. Se me han quedado en la mente y en el corazón sus palabras: “Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es el mismo Dios, la gloria de Su amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema de este AMOR, que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del Hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor”.

Durante su generalato nos dejó la impronta de su sencillez, siempre cercana, dispuesta a escuchar y regalar siempre palabras de aliento, haciendo énfasis, pues así lo sentía, en vivir en comunión, amando y sirviendo a la Congregación y con entrega incasable a los hermanos.

Doy gracias a Dios por haberme regalado compartir mi formación y mi vida con hermanas que han hecho de su consagración un entrega total y radical al Señor Jesús sintiéndole presente en los hermanos/ hermanas.

-Hna. Maria Assumpta Montserrat-

"ENTREGADA Y SENCILLA, SIN HACER RUIDO"

Jesús en el Evangelio, Jn 20, 19-31, es de lo más sorprendente, abre puertas, barreras, se presenta siempre como PAZ, es la fe reconocida. Señor mío y Dios mío.

Hoy hna. María, el Señor le comunicó su Espíritu. Reconoció su voz como esposa fiel, entra porque tu lámpara siempre ardió. Sus palabras penetraron con todos sus sentimientos. Señor mío y Dios mío. El Amor Misericordioso de Dios atravesó todas las barreras terrenas abriéndola los secretos de su Corazón.

Entra. Las Bienaventuranzas cantaron... Victoria... acompañando al Cordero sacrificado en la Cruz.  Cristo ha Resucitado. ¡ALELUYA!

Hna. María creyó. Su vida fue aceptación a la voluntad de Dios impulsando a la Congregación vida y crecimiento.

La oración. Caridad hecha servicio. Espíritu Comunitario. Misión compartida. Apostolado.

Entregada y sencilla sin hacer ruido. Así que su muerte como una más afectada por el coronavirus. ¿Qué sentiría? Sintió el abrazo de nuestro Padre Dios Misericordioso.

Doy gracias por haber tenido contactos profundos de intimidad con Dios desde mi juventud.

A María nuestra madre, acudía y confiaba para todas sus hijas...   La eucaristía, el Sagrado Corazón y la Virgen, que son recursos de intimidad para hablar con el Señor.

La Congregación, las religiosas, los sacerdotes, las misiones, los pobres, eran su recuerdo de petición.

Desde la cercanía con Dios, pedimos su intercesión para nuestra Congregación.

-Hna. Hilaria Estébanez-

Madre Maria Colominas Bonvehí nace el 18 de febrero de 1924 en el barrio de Sants (Barcelona, España), en el hogar formado por sus padres Agustín y Teresa. Diez años después nace su hermana Carmen. El 4 de marzo del mismo año es bautizada y 4 años después recibe la Confirmación. 

Por la fe de su familia y el contacto con las hermanas de nuestro colegio Sagrada Familia de Sants, se va perfilando su vocación de servicio en la educación de niños y jóvenes. 

Después de la mayoría de edad ingresa en nuestro Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell el 10 de marzo de 1946.

Hubo de afrontar con entereza el sufrimiento de sus padres ya que les costaba que su hija tomara esta decisión. Habían vivido años muy difíciles, primero por la Guerra Civil y luego por la Segunda Guerra Mundial, que dejaron secuelas muy hondas en las familias y en toda la sociedad española.

Pasados los seis meses reglamentarios de Postulantado, pasa al Noviciado el 29 de septiembre recibiendo el nombre de Maria del Sagrado Corazón. Así se estilaba en aquella época. Realiza los primeros votos el 3 de octubre de 1948 y los perpetuos el 4 de octubre de 1953.

Durante su formación inicial estudia Magisterio, terminado el cual se dedica a trabajar con verdadero ardor pastoral en los colegios de Cervera, 1948, y Sabadell, 1949.

En 1963 es enviada a Avinyó (Barcelona), para hacerse cargo de la formación de las juniores. En 1964 es destinada a Madrid (Joaquín María López) como superiora y Delegada de la Delegación de Castilla erigida el 1 de enero de 1965 al 12 de octubre de 1970.

En 1970, al ser elegida Vicaria General, pasa a Rubí (Casa General). En 1981 es elegida Superiora General hasta 1993.

Desempeñó su misión con afabilidad, equilibrio, serenidad y verdadero amor de madre - hermana, por las personas y especialmente por las hermanas y su familia. Estas características fueron como la columna que expresaba su amor a Jesús y su identificación con el modo de obrar de Ana María Janer.

Terminada su misión como Superiora General en 1993, es destinada a Sant Andreu del Palomar (Barcelona) y después a La Seu d'Urgell (Lleida) y sus últimos años a Matadepera (Barcelona). Muere en la paz del Señor el 19 de abril de 2020.

Gracias Madre Maria por todo lo que hiciste en bien del Instituto y por tu amor afable que nos ayudó a tantas hermanas en nuestro seguimiento del Señor. Gracias por escucharnos siempre comprendiendo a fondo la realidad de cada una. ¡Descansa en la paz del Señor, porque tu lámpara de la caridad siempre ardió!

-Hna. Irma Beretta-

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