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Mercedes Paez

Córdoba (Argentina)
22 de marzo de 2019
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Con alegría escribo algunas palabras sobre la vida de madre Mercedes Páez, ya que me pidieron si podía hacerlo desde mi vivencia como postulante sobre lo compartido con ella, acerca de su vida entregada.

Siempre me sorprendía en madre Mercedes su fidelidad a la oración. Con sus pasados 90 años, cada día, hacía la oración personal, y compartía los momentos de oración comunitaria. A Mechi le gustaba compartir recuerdos de vivencias con otras hermanas y de las distintas experiencias en las comunidades, lugares. Y con muchos detalles contaba las palabras, los gestos, de esas situaciones. Al escucharla era como si ella hubiera guardado todo en su corazón. Compartía muchos recuerdos de Copiapó, los años vividos en Ceres, los inicios en Córdoba, Viña del Mar, Aldo Bonzi… Y conmemoraba a muchas hermanas con cariño. También, durante los años que he compartido con ella, muchas veces se acercaba a la escuela a ver los actos de los niños, celebraciones, y lo disfrutaba. Hermoso también era contemplar a Mechi cuando cada vez se acercaba hasta delante del cuadro de la Madre Ana María y su reliquia. Se detenía, a veces la tocaba, y rezaba y hablaba con la Madre. Lo mismo también, pero en la capilla del colegio, Mechi se acercaba a la imagen de María.

Otro recuerdo, es que tuve el privilegio de muchos domingos de llevarla en el auto a misa hasta la parroquia, y el cariño que tenía hacia el sacerdote era simpático.

Mechi se ‘fue apagando como una velita’. Creo que en sus últimos días no sufrió, sino eso, se fue apagando y preparando para encontrarse con Aquel a quien amaba, a quien deseaba, a quien seguía y servía.

Alguna vez he reflexionado que… ante la inmensidad de la naturaleza, de la creación, de la vida, se contempla, se ve el milagro que es la vida. Que no es causa nuestra, sino que brota vida milagrosamente, de Aquel que es Vida. Dios da la vida, vida en abundancia, Él es la Vida. La muerte también es ‘milagro’. No la podemos esquivar, no la podemos arrancar, no la podemos matar. Dios se hizo uno de nosotros, Dios se encarnó, se humanizó. Dios pasó por esta vida; pasó por la muerte y una muerte en cruz, y resucitó. Pero la muerte no puede terminar en muerte. Dios es el Dios de la Vida. La muerte quizá es el paso, es ese sumergirse para la Vida Nueva, para la vida plena, para la vida resucitada para encontrarse con quien es Vida. La vida es resurrección. La vida es vida, muerte y resurrección para darnos ese eterno abrazo con Dios que es Amor. Encuentro pleno entre dos amores. Encuentro pleno con la vida en abundancia. La vida es pascua, la pascua es Amor. Dios es Amor.

Damos gracias al Señor por el don de la vida de madre Mercedes. Damos gracias a ella por su vida entera entregada. No recuerdo con exactitud, pero llevaba más de 60 años de vida consagrada. ¡Cuánta entrega! ¡Cuánto amor del Señor a ella, y cuánto amor de ella hacia el Señor! Gracias por esta historia de amor, que hace sembrar como en toda situación donde hay amor. ¡Qué feliz estará Mechi por haberse encontrado con su amado Jesús, con nuestra Madre Ana María, y con tantas hermanas que ha compartido!

Madre Mercedes, intercedé, rezá por todas nosotras tus hermanas, y el mundo entero.

-Camila Lovallo. Casa de Formación de Córdoba (Argentina)-

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