Ramona Farré Gols

«DESDE LA VIDA»

“Dejad que los niños se acerquen a mí…” (Mt 19, 13-15)

“Entra porque tu lámpara siempre, siempre ardió” (Madre Janer)

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Tu luz no se apagará nunca. Has sido una maestra de la verdadera vida. Sufrías, pero como si no pasase nada. Fuiste una sembradora de paz, de alegría, de fraternidad, de amor y misericordia.

Tu alma de niño te identificaba con los más pequeños, los más débiles… querías complacer a todos. Cuántas historias nos explicabas con esa transparencia infantil, que reflejaba una vida vivida para los demás: los pobres, los abandonados, los marginados, los emigrantes… Todos tenían sitio en tu corazón misericordioso, compasivo, lleno de ternura.

Te has ido de puntillas, “silenciosamente, sin palabras, sin que nadie te escuche…” (Sal 19, 2-5), como una vela que se va gastando y se apaga con un silencio elocuente.

Querías mucho a tu familia, el ambiente de una familia cristiana, llena de una fe vivida. Querías a tu familia religiosa, donde fuiste conducida por Dios para ser una anilla más en la cadena janeriana.

Tu devoción a María y a la madre Janer fluía de tus labios y de tu corazón con cantos y oraciones frecuentes, unidos a tu dulce sonrisa.

Te has hecho querer por todos y nos has aleccionado con tu manera de ser: bondadosa, paciente, llena de ternura, que animaba a la hora de crear un ambiente de comunidad, de fraternidad, de familia…

Tu preocupación por los demás hacía que te dieras cuenta de nuestras necesidades, que todavía resuenan en nuestros oídos: “id, id a tomar alguna cosa y dad alguna a los niños…” Qué amor más grande, cuánta VIDA acumulada y entregada. Cuánta humildad y sencillez. Qué testimonio de amor concreto y universal. Un pozo de sabiduría y cordura. Sentadas a tu lado, como alumnas, para aprender sin esfuerzo. Cuánto te echaremos de menos Ramona. ¡Gracias!

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-Hna. Visitación Lorenzo Herrero-