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Mercedes Manso de la Fuente

Peñagrande (Madrid)
18 de diciembre de 2020
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BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA DE MARÍA DE LAS MERCEDES MANSO DE LA FUENTE, religiosa de la Sagrada Familia de Urgell, fallecida el 18 de diciembre de 2020 en el hospital “La Paz” de Madrid, escrita por Carmen Capilla al capellán de la comunidad, previa a la eucaristía de sus Exequias.

«Nació en el seno de una sencilla, aunque creo que bien asentada, familia de labradores. Tengo idea de que fueron 6 hermanos: tres varones y tres mujeres. Dos de ellos, consagrados al Señor en la Iglesia: Crescente, sacerdote marista y Mercedes, religiosa de la Sagrada Familia de Urgell. 

 

Ingresó joven en nuestro Instituto. Estudió magisterio y, años después, una licenciatura universitaria (filosofía y letras) en régimen nocturno de la Complutense de Madrid ya que, en horario de mañana y tarde, trabajaba en nuestro colegio de Argüelles, comunidad donde estaba destinada.

Obtenida la licenciatura, se dedicó a dar clases de lengua en diversos colegios de la Congregación: Argüelles (“Joaquín María López”), Utrera, Palomeras, Sevilla… y ocupó cargos de responsabilidad, tanto en ellos (directora) como en las comunidades (superiora) donde estuvo destinada.

Una vez jubilada, no sé si primero la destinaron a Utrera y después a esta comunidad. Aquí llevaba 9 años (llegó después de la beatificación de AMJ, en 2011). Entró de superiora, hasta que llegó Marisa, elegida Vicaria General hace 2 años y designada superiora. Coincidía, además, con un deterioro de su salud a causa de las diversas enfermedades que se le fueron presentando. 

Fue siempre una persona serena, discreta, austera, conciliadora. Iba resolviendo los asuntos y dificultades que se presentaban con paz; “poco a poco”, solía decir. Aguantó en pie hasta casi el final de sus días con una fortaleza extraordinaria. Nos ha dado ejemplo a todas.»

-Hna. Carmen Capilla Roncero-

MARÍA DE LAS MERCEDES MANSO DE LA FUENTE: "MUJER DE FE Y FORTALEZA".

 MONICIÓN DE ENTRADA PARA LA EUCARISTÍA DE SUS EXEQUIAS.

Madrid, 19 de diciembre de 2020

 

Queridos hermanos y hermanas:

El Señor viene y, más que mediado el Adviento; en el día en que celebrábamos a María, Nuestra Señora de la O, Madre de la Esperanza… Mercedes, nuestra querida hermana de comunidad se adelantaba a recibir a Jesús o, mejor, quiso Él salir a su encuentro, tomarla en Sus brazos y llevarla junto a Abbá. 

Para Mercedes, desde las 9 de la mañana del día de ayer en que expiró, es Navidad. 

 

El Señor nos reúne ahora entorno a la Mesa eucarística, para despedirla y agradecer el Don que nos ha regalado en su persona. Si tuviésemos que elegir dos virtudes para definirla, yo elegiría fe y fortaleza. A lo largo de su vida, signada por enfermedades muy graves desde hace más de quince años, Mercedes siempre mostró un talante sereno y positivo, aceptando cada zarpazo con una fe inalterable en Dios, plegada a Su Voluntad con total confianza. Su ánimo esperanzado en medio de la adversidad y durante toda su vida; su extraordinaria fortaleza, demostrada especialmente en sus últimos trece meses en que, no sólo experimentaba en su cuerpo el avance inexorable de la enfermedad, sino el duro golpe recibido por el fallecimiento de su querido hermano Crescente, sacerdote y religioso, su consejero y confesor espiritual, en quien se apoyaba y a quien admiraba; todo ello lo afrontó con la serenidad de quien ha centrado y unificado su vida en Dios. Sus silenciosas lágrimas delante del sagrario tras conocer la tristísima e inesperada noticia, arrancaban las nuestras. Lágrimas abundantes, dolor ofrecido a Dios en el silencio de su corazón, abrazada a la Cruz al abrigo de su Misericordia, acogiendo su Buen Querer… 

 

Su testimonio de fe, fidelidad a su consagración religiosa, fortaleza, serenidad, prudencia, discreción, aceptación, entrega callada, ha sido para nosotras un ejemplo y un estímulo para seguir adelante, aun en medio del dolor, la enfermedad y las contrariedades que la vida nos trae. 

 

De Mercedes hemos aprendido a elevar la mirada y poner el corazón en Dios, el Único que da sentido al sufrimiento y a la muerte, y nos proporciona la paz y la alegría verdaderas. Paz y alegría de la que Mercedes ya goza. Paz y alegría que nadie nos podrá arrebatar.

 

En su última semana de vida, aceptó, con esa paz serena, su estancia en una cama de oncología del Hospital “La Paz”. Paciente y, con toda seguridad agradecida, su alma sencilla ha abandonado su cuerpo enfermo y ha volado al bienaventurado Seno Trinitario. Ahora eleva a Dios, como María, su personal Magníficat… 

Demos gracias con ella a Dios por su vida entregada, por su fortaleza y su imperturbable fe; por su generosidad en el servicio amoroso a la Iglesia en nuestra familia religiosa, a la que tanto amó. Y pidámosle que, desde el Cielo, interceda por sus familiares, por tantas personas a las que dedicó su vida y por todas nosotras, la Congregación que aguarda anhelante al Señor, que viene... 

¡Oh Renuevo del tronco de Jesé: fortalece nuestra débil esperanza! ¡Ven no tardes más! 

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