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Antonia Solsona Puig-Gené

Matadepera (Barcelona)
20 de abril de 2020
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"EN EL HOSPITAL, LOS MÁS ÚLTIMOS, ERAN PARA ELLA LOS PRIMEROS"

La hermana Antonia Solsona, con la que tuve la gozada de convivir en comunidad durante 27 años, ha sido para mí y creo que, para muchas personas, un testimonio de fe y entrega. Las palabras de Jesús: “todo lo que hagáis a cada uno de mis hermanos a mí me lo hicisteis”, ella seguro, que las tenía meditadas, pero sobre todo hechas vidas.

En la comunidad, era una superiora y una hermana ejemplar. Sin ningún afán de protagonismo, amable, siempre volcada al sacrificio por los demás. Su sencillez interior la reflejaba al exterior. Sencilla en el vestir, en las cosas personales; la habitación la más pequeña y con lo imprescindible, nada de acumular cosas, vivía el voto de pobreza. Siempre fiel y dispuesta a ver la voluntad de Dios en todo. Un gran amor a la congregación, a los superiores, era como vivía el voto de obediencia. El de castidad lo vivía desde ese amor entregado y desinteresado.

En el hospital, los más últimos, si los había, eran para ella los primeros. Las periferias a las que nos invita a salir el Papa Francisco, ella ya las traspasaba sin tener que salir de casa.

A su familia se la quería mucho, pero no vivía pendiente de ella, lo justo y necesario.

La prudencia era otro de sus distintivos, no le gustaban los chismorreos. La paz interior que supongo ella tenía, la transmitía al exterior y con esa entrega y despojo hasta el final.

No marchaba nunca a dormir sin pasar un rato a dar las buenas noches a Jesús. Los ejes de su vida eran la Eucaristía, la oración, la vida comunitaria. Una vida coherente. Como la M. Janer, lo que contemplaba en la oración lo hacía vida después.

Jesús ya le habrá dicho, “entra porque tu lámpara siempre, siempre ardió”.

-Hna. Ana María Montero-

"TRISTE NOTICIA EL FALLECIMIENTO DE LA HNA. ANTONIA SOLSONA"

Está en mi memoria el periodo de tiempo en que coincidimos, ella como Superiora de la Comunidad de la Sagrada Familia D’Urgell que en aquella época gestionaba la Residencia-Asilo de la Fundación del Pius Hospital de Valls, y yo como Administrador y Gerente de la misma. Fue una etapa de transformación compleja que culminó con la creación de un Centro Sociosanitario y un nuevo Hospital Comarcal.

La “Madre Antonia” estaba comprometida con su vocación cristiana y su trabajo incansable de asistencia y soporte a los pacientes y residentes. Era afable y cariñosa con las personas atendidas. 

Con su actitud positiva y discreta facilitaba siempre la resolución de cualquier problema que surgiera.

Su personalidad le ganó el respeto y el reconocimiento de pacientes, residentes y sus familiares, y también, de los profesionales y trabajadores con los que compartía sus tareas asistenciales.

 “Madre Antonia” descanse en paz.

-Amelia y Josep (Valls)-

"…HABER CONOCIDO Y CONVIVIDO CON ELLA ME LLENA DE ORGULLO"

Doy gracias a Dios que me dio la oportunidad de haber convivido y conocido a Antonia Solsona. Una mujer de la que puedo dar testimonio de su amor y servicio al más necesitado. Mujer sencilla y llena de fe.

Cuando me encontraba con ella era un placer, porque se podía percibir paz, serenidad, paciencia y dulzura. Yo la observaba cuando ayudaba a las hermanas que estaban en silla de ruedas y les daba de comer. Las trataba con delicadeza, amabilidad y cercanía. Mientras les daba de comer les iba hablando y así las hermanas que no querían comer les era más a meno ese momento.

Un día, quise bromear con ella, pero la broma terminó en admiración y respeto por esta persona. Resulta que un día yo estaba ayudando a llevar a los residentes al comedor y una vez terminado me fui para la comunidad, en el pasillo me encontré con ella y me preguntó qué es lo que estaba haciendo, yo, en broma respondí: aquí, pasando la mañana, de un lado para otro sin hacer nada.  Ella me respondió: “muy mal, la mañana la tienes que aprovechar para ayudar a los demás y buscar donde necesitan que se les ayude”. Y hasta la fecha, esta respuesta de Antonia sigue resonando en mi persona.

Cuando me encontraba con ellas para compartir vida de congregación, de oración, de Iglesia… Antonia mostraba mucho interés y respeto por todo lo que se compartía.

En las Eucarísticas era ella la que se encargaba de los cantos, me sorprendió tanto que a su edad siguiera animando de esta forma la Eucaristía, ¡el servicio no tiene edad!

Normalmente yo solía acompañar a la comunidad los viernes, pero si había algún otro día para ir lo hacía. Un día que no era viernes y yo estaba por allí, Antonia me dijo “¿qué haces por aquí, si no es viernes?”.  Y yo le respondí, me confundí de día, ¡pensé que era viernes! Y desde aquel día, cuando me encontraba en la residencia y no era viernes, Antonia me volvía a preguntar con un tono de humor ¿tú aquí, te has confundido de día!

Se podría decir más cosas, pero el haber conocido y convivido con ella me llena de orgullo, es aquí donde el evangelio de Mt 25,31-46 tiene un rostro más, unas manos llenas amor y de compasión por cada hermano.

-Hna. Rosaura Morales-

"GRACIAS MADRE ANTONIA SOLSONA PUIG-GENÉ"

En estos días tan difíciles podemos encontrar en el testimonio de vida y de fe de la Madre Antonia Solsona mucha fuerza y ​​consuelo. Ella nos ha dejado, pero lo ha hecho con una vida plena, de servicio y de amor a Dios que nos sirve para saber que con fe y esperanza todo es posible. No debemos tener miedo, no hay que dejarse vencer por el desánimo y hay que dejarlo todo en manos de Dios. La Madre Antonia, hasta sus últimos días, ha estado pendiente de las otras hermanas, de lo que pudieran necesitar, de ayudarlas y sobre todo de que supieran que ella estaba, porque su presencia era siempre maternal. Sabía que ser como una madre nos hace bien a todos, aquellos gestos amorosos, esa sonrisa que queda grabada, aquella canción, esa risa tan suya...

La Madre Antonia era hija de una familia muy religiosa y caritativa. Ella aprendió en casa que es ser casa y persona de acogida, casa refugio, casa consuelo, casa que aconsejaba y una casa amiga para todo aquel que lo pasas mal. En la Guerra Civil habían acogido a religiosos y ayudado a muchos vecinos, ella incluso había dejado su cama a una religiosa que era perseguida.

Cuando profesó como religiosa de la Sagrada Familia de Urgell, decía que lo que le pedían las hermanas era para ella algo natural, ya lo hacía en casa, rezar el rosario, las oraciones, ayudar a los necesitados,... Ella era así de natural, de sencilla, de buena. En la Madre Antonia, había mucho de aquella jovencita que en tiempos de la guerra ayudaba a quien lo necesitaba, y ayudaba como sólo podía ayudar a una niña con mucha inocencia y pensando, si yo tengo cama, comida y un techo, los demás también han de tener. Así, tal y como era ella, y cómo siguió siendo a lo largo de su vida.

Los que lo hemos conocido y amado, porque a la madre Antonia no la podías conocer sin amarla, nos quedaremos con recuerdos muy tiernos de ella. La gente de Valls y comarca, la podremos recordar en el claustro del Pius Hospital, paseando la silla de ruedas con Carmencita o la Pepita, y allí al sol sentadas, cerca de unos rosales, cantarle canciones dulces, quizá algunas eran las que su madre le cantaba a ella. Para todos los enfermos tenía palabras de ánimos y siempre una sonrisa para todos. Seguramente los gestos que tan bien aprendió en casa y que como religiosa le dieron ese carácter tan humano y cercano.

De jovencita, ya oraba por la beatificación de la Madre Ana María Janer. En 2011, en la Seu d'Urgell, la madre Antonia era feliz, vivía un bonito sueño, la beatificación tan esperada. Allí reencontró alumnos de Sevilla, y amigos y amigas de otros tiempos. También, fue emotiva la despedida que la ciudad de Valls, en enero de 2014.

La Madre Antonia siempre seguía el consejo de la Madre Janer "Tratad bien a todos, caridad siempre y en todo", y lo hacía sin esfuerzo, y con mucho amor. Porque ella era así, quería y se hacía querer.

Y como dice la canción "Echaremos de menos su sonrisa..." porque era una sonrisa bonita, sincera y necesaria.

¡Te queremos Madre Antonia!

-Rosa Canela (Valls)-

"EN RECUERDO DE MADRE ANTONIA SOLSONA"

Desde el dolor que me produce tu pérdida, aunque sé que estas celebrando la Pascua en el cielo, reflexiono ante el papel lo que has significado como referente a lo largo de mi vida: me remonto a mis primeros años, cuando niña llegué al colegio de Sevilla, interna, para empezar el curso de ingreso al bachillerato; fue la primera religiosa que me acogió, la encargada de ese curso, que después tuvimos la suerte de que pasaras con nosotras, también como tutora, a 1º de bachillerato,  ¡qué alegría, cuando al volver al colegio para comenzar el nuevo año escolar, nos lo comunicaron! Fueron pasando los años… en el último curso de bachillerato, algunas compañeras de clase, nos planteamos como opción de vida seguir la vocación religiosa, por supuesto, el referente de Madre Antonia estaba ahí: su cercanía, amabilidad, entrega y entusiasmo con que vivía su vocación religiosa era algo que nos comunicaba sin palabras.

Sevilla fue un destino, en sus años jóvenes, que ella siempre recordó con mucho cariño; de allí al colegio de Sants – Barcelona- y pocos años después, al de Cervera. Aquí acaba su etapa como docente. La Obediencia le lleva a cambiar de tarea, es destinada a la Residencia de ancianos “Canuto Hevia” de Pola de Lena -Asturias- No dudo que le tuvo que costar este cambio… ella era una educadora nata y damos fe de ello cuantas alumnas pasamos por sus clases. Sus años en Pola dejaron también un gran recuerdo entre los residentes, sus familias y las personas que trabajaban o se relacionaban con el centro; años después, cuando yo fui destinada al colegio de Pola, en la Residencia la recordaban con mucho cariño, nombrar a Madre Antonia enseguida era hablar de su bondad, su entrega y el cariño con que trataba a los ancianos…

De Pola de Lena a Valls -Tarragona- un hospital-asilo comarcal, lugar que tiene una significación especial para la historia de nuestra Congragación; allí vivió la transformación del “viejo” hospital en un centro moderno en el que la comunidad tenía su vivienda en un ala del piso superior. Sus años en Valls también dejaron huella, ella, ya jubilada, trabajaba como voluntaria con los ancianos del asilo que estaban más solos por problemas familiares.

Cuando se cerró la comunidad de Valls, fue a Matadepera, allí ha pasado los últimos años, con el mismo talante que la conocí cuando joven: viviendo su vocación con total entrega y alegría, viendo la voluntad de Dios en los acontecimientos que le tocaba vivir y tratando de hacer el bien a los que tenía a du alrededor.

¡Gracias Madre Antonia! Porque con sencillez, con entrega, con bondad… has hecho vida el carisma de Ana Mª Janer en nuestros días: educar a niños y cuidar ancianos. Ya estás con el Señor… seguimos recordándote con la certeza de que intercederás por nosotros.

-Hna. Lola Álvarez-

ANTONIA SOLSONA PUIG-GENÉ

La hermana Antonia Solsona Puig-Gené nace en Vilanova de Bellpuig (Lleida) el 3 de abril de 1925, es bautizada el 7 de abril y confirmada posteriormente.

El ambiente familiar, formado por sus padres Jaime y Carmen, y sus numerosos hermanos, es el primer escalón en el conocimiento de Jesucristo y su identificación con Él.

En los primeros años de su infancia acude al colegio de Cervera y permanece allí como interna. El contacto con las hermanas y el conocimiento de la vida y obra de la Madre Janer, la fueron conduciendo por el camino de la caridad y el servicio a los más pequeños, pobres, enfermos, necesitados.

Ingresa en nuestro Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell el 24 de septiembre de 1942. Inicia el Noviciado el 13 de abril de 1943. El 4 de marzo de 1945 emite los votos temporales y el 4 de marzo de 1950 los votos perpetuos.

Después de la primera profesión, en 1945, es enviada a diversos colegios. Durante 27 años se dedica con esmero a la formación de niños y adolescentes en los que, por su natural bondad y cálida acogida, deja honda huella. Testimonian exalumnas y personas que la conocieron, que ha sido un importante referente en su vida personal y en su vocación.

Destinos: colegio de Sabadell en 1945; colegio de Sevilla en 1946; colegio de Sants en 1964 y colegio de Cervera en 1967.

Los 42 años posteriores trabaja em el campo sanitario con una caridad exquisita. Enfermos, ancianos y personas necesitadas tienen gran acogida en su corazón de madre.

En los años que vive en el Pius Hospital de Valls, se dedica especialmente a la atención del Socio Sanitario, que alberga 40 enfermos crónicos, terminales y discapacitados.

Destinos: en 1972 a la residencia de Pola de Lena (Asturias); en 1975 al Hospital de Mieres (Asturias); en 1976 a la Residencia de Pola de Lena; en 1980 al Pío Hospital de Valls y en 2014 a la Residencia de Matadepera (Barcelona), que fue su última morada.

Mientras la salud le permite, se entrega generosamente a la atención de las hermanas enfermas y residentes ancianas.

Descansa en la paz del Señor el 20 de abril de 2020.

Gracias querida hermana por el testimonio de caridad hacia tus hermanas de Congregación y hacia todas las personas que conociste y serviste, porque supiste ver en todas ellas a Jesucristo.

-Hna. Irma Beretta-

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