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María Celina Schmidt Masson

Buenos Aires (Argentina)
19 de julio de 2018
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RESEÑA DE NUESTRA HERMANA MARÍA CELINA SCHMIDT

 

El 28 de enero de 1930, nació María Celina, hija de Juan Schmidt y Bárbara Massson, en Villa Iris, provincia de Buenos Aires, Argentina.

Pocos días después la bautizaron y así comenzó su camino de seguimiento del Señor. Ingresó al Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell el día 13 de abril de 1952; seis meses después, como era costumbre, comenzaba el noviciado y el 21 de noviembre de 1954 emite la primera profesión en la capilla del Colegio Sagrada Familia de Córdoba.

Integró las comunidades de Buenos Aires (Hogar Naval), Córdoba, Ceres, Cosquín, Los Cerrillos y las últimas décadas de su vida las compartió en la comunidad de Buenos Aires. En todas estas presencias demostró un espíritu misionero muy vivo, aliviando a muchas personas y acompañando procesos de fe en muchos que con el paso de los años la seguían recordando y preguntando por ella.

Celina fue una mujer muy mariana, cultivó una fuerte devoción a la Virgen María en el seno de su familia y la alimentó a lo largo de su vida. Muchas veces recordaba con cierta añoranza cómo se reunían a rezar y cantar a la Virgen en su hogar. Esta experiencia la movilizó a procurar que muchos descubrieran el amor de María, sobre todo propagando la piedad del rezo del Rosario. Muchas veces se la veía rodeada de gente, en una placita cercana al colegio, en Flores, donde hizo colocar una grutita de la Virgen para favorecer la piedad de la gente.

Cuando la fragilidad que viene con la enfermedad y la vejez se hicieron sentir en su vida, el Señor nos regaló la oportunidad de descubrir otro rostro de Celina, de contemplar en ella un proceso de abandono a la Providencia. Aquella Celina que muchas veces se volvía “difícil” y distante para compartir en lo comunitario, hoy se mostraba agradecida y lo expresaba una y otra vez. Se ponía contenta y quería estar con sus hermanas. Nos hacía saber que nos necesitaba y agradecía todo lo que se hacía por ella. Con alguna de sus expresiones nos robaba una que otra sonrisa, hablaba mucho del cielo ¡lo deseaba! ¡Y nos invitaba incluso a ir juntas! En este tiempo pudimos contemplar cómo el Señor fue obrando en ella.

Era muy común verla sujetando en sus manos el rosario, desgranando Ave Marías por una y otras intenciones. Tenía varios rosarios y de distintos colores, decía que cada uno guardaba una intención especial.

Aquel día de su pascua, el 19 de julio del año 2018, estábamos junto a ella en su habitación, nosotras, sus hermanas y muchas de sus sobrinas. Rezamos y cantamos a María, como lo solía hacer ella; se la encomendamos a nuestra Madre que, sin duda, la recibió en el cielo.

-Hna. María del Rosario Blanco-

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